No sé por qué no lo logro, no sé por qué todo y nada al mismo tiempo...Por qué no terminar nunca y sí empezar siempre. Digo, para algunas cosas funciona la fórmula, está bárbaro no terminar nunca ¡Y mejor que así sea!El amor, por caso...Pero mejor si la ecuación empieza a fructificar en otros órdenes, ésos que cuestan más, que son como cuentas pendientes, las que se transforman en un casette diario que suena a los gritos en tu cabeza: "hacélo" "hacélo" "hacélo".
Será que no hay buena semilla, será que no hay buen abono, o no hay arado bien hecho o esfuerzo a recompensar, no sé; ni me importa.
HOY decreto que cosecharé mi siembra como debe ser, porque ya es tiempo, porque estamos en invierno, porque yo estoy en otoño (y no tanto, porque la edad es un número y en ese caso, no le caben las etiquetas) y porque pronto se viene la primavera y yo, yo quiero cosechar y llenar de flores y frutos el jardín de mi alma
martes, 11 de junio de 2013
jueves, 27 de septiembre de 2012
martes, 26 de junio de 2012
Alivia alevoso...
...cuando logro estornudar después de varios intentos fallidos
...al sacarme los zapatos después de una fiesta
...al hacer pis después de aguantarme mucho
...si me rasco los oídos -cuando me pican- con algo que raspe
...si me rasco la espalda -cuando me pica- con cualquier cosa que raspe
...cuando duermo sin despertador después de rendir un examen
...cuando te descontracturan el cuello
...cuando se me destapa la nariz
...al sacarme los zapatos después de una fiesta
...al hacer pis después de aguantarme mucho
...si me rasco los oídos -cuando me pican- con algo que raspe
...si me rasco la espalda -cuando me pica- con cualquier cosa que raspe
...cuando duermo sin despertador después de rendir un examen
...cuando te descontracturan el cuello
...cuando se me destapa la nariz
lunes, 28 de mayo de 2012
miércoles, 25 de abril de 2012
lunes, 16 de abril de 2012
Ella
Desde hace un tiempo largo ella viene cruzándose en mi camino cada vez que recorro el barrio. A veces me quedo mirándola por tanto tiempo que me da miedo que alguna vez se incomode y me encare -"¿qué mirás, nena??"- y no sepa qué contestarle...Y estaría bien, de paso...Si a mí me lo hicieran, creo que no dudaría.
Ella anda pausado, casi sin despegar los pies cansados del suelo, los arrastra; la joroba que delata lustros y décadas de pesados dolores, sorprende, porque es tan chiquita de estatura que uno no se imagina cómo la soporta. Alcancé a pasar tan cerquita de ella, que le vi los ojos, y me devolvió la mirada. Son claros sus ojos, muy acuosos, acusando lágrimas permanentemente y con un reborde rojo en los párpados, como en sangre; pero son dulces, bondadosos, tiernos. Claro que no va a la peluquería para aggiornar una blancoamarillenta melenita, siempre cuidadosamente despeinada con pseudorulos y tampoco se viste al último grito de la moda. Casi siempre usa los mismos zapatos, sandalias en realidad, bajitas, negras, y las usa con medias de nylon color piel y siempre (¿combinada?) con pollera. Es muy blanca de piel, aunque lleva tatuadas las manchas de la edad, se nota que ella fue muy linda de joven. Es rara, me da mucha curiosidad, su vida, la que es y la que fue, me intrigan poderosamente, y a decir verdad, a veces le quiero hablar. En más de una oportunidad pasé por la vereda de su casa (que amerita otro post) y la vi sentada en un patiecito delantero que tiene, sola, muy sola ella, siempre sola. Paso despacito y la observo tratando de no ser tan obvia, y está ahí, pensativa, silenciosa, quieta, imperturbable; tal vez triste, tal vez esperando, tal vez indiferente, tal vez angustiada, tal vez soñando despierta, tal vez deseando que no llegue jamás la noche cuando ya no puede pasear, ni salir a hacer las compras, y sólo tiene que que convivir con ella. Tal vez, ni siquiera se da cuenta de que los días pasan tiranos, tal vez ni siquiera se da cuenta de que es la soledad su única compañía, su única testigo de existencia, su única conexión con la realidad, y yo, que también la acompaño, aunque ella no se entere, aunque sea desde lejos.
Ella anda pausado, casi sin despegar los pies cansados del suelo, los arrastra; la joroba que delata lustros y décadas de pesados dolores, sorprende, porque es tan chiquita de estatura que uno no se imagina cómo la soporta. Alcancé a pasar tan cerquita de ella, que le vi los ojos, y me devolvió la mirada. Son claros sus ojos, muy acuosos, acusando lágrimas permanentemente y con un reborde rojo en los párpados, como en sangre; pero son dulces, bondadosos, tiernos. Claro que no va a la peluquería para aggiornar una blancoamarillenta melenita, siempre cuidadosamente despeinada con pseudorulos y tampoco se viste al último grito de la moda. Casi siempre usa los mismos zapatos, sandalias en realidad, bajitas, negras, y las usa con medias de nylon color piel y siempre (¿combinada?) con pollera. Es muy blanca de piel, aunque lleva tatuadas las manchas de la edad, se nota que ella fue muy linda de joven. Es rara, me da mucha curiosidad, su vida, la que es y la que fue, me intrigan poderosamente, y a decir verdad, a veces le quiero hablar. En más de una oportunidad pasé por la vereda de su casa (que amerita otro post) y la vi sentada en un patiecito delantero que tiene, sola, muy sola ella, siempre sola. Paso despacito y la observo tratando de no ser tan obvia, y está ahí, pensativa, silenciosa, quieta, imperturbable; tal vez triste, tal vez esperando, tal vez indiferente, tal vez angustiada, tal vez soñando despierta, tal vez deseando que no llegue jamás la noche cuando ya no puede pasear, ni salir a hacer las compras, y sólo tiene que que convivir con ella. Tal vez, ni siquiera se da cuenta de que los días pasan tiranos, tal vez ni siquiera se da cuenta de que es la soledad su única compañía, su única testigo de existencia, su única conexión con la realidad, y yo, que también la acompaño, aunque ella no se entere, aunque sea desde lejos.
sábado, 14 de abril de 2012
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